Apoidea

Breve ópera hexagonal

Una princesa… un reino… un destino.

Libreto

APOIDEA
BREVE ÓPERA HEXAGONAL


Libreto de Germán A. Panarisi y José Miguel Delgado

Música de José Miguel Delgado

Idea original de Germán A. Panarisi

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Personaje
PRINCESA / REINA               Mezzosoprano

La acción se desarrolla en un Reino, un Reino muy particular, un Reino donde todo funciona tal y como debe funcionar, un Reino donde nada se deja al azar, un Reino de todos, para todos y a pesar de todos...


“Serás lo que debas ser o no serás nada”.

José de San Martín

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PRIMER EPISODIO
Amanece en un Reino muy particular...

EL ESPÍRITU DEL REINO (Narrador)
Les presentamos un Reino. En este Reino todo funciona a la perfección.
La convivencia es armoniosa y todos deben ser felices desempeñando las labores que les fueron encomendadas.
Porque, como es bien sabido,
el Todo siempre es más importante que la suma de las partes.

El murmullo de las masas.
Unos susurros recorren el Reino… es el rumor del vulgo.

EL ESPÍRITU DEL REINO
El Reino está alborotado. Corre el rumor de que la Reina Madre pronto pasará a mejor vida.
Pero no hay de qué preocuparse. El orden social está asegurado. Todo es cuestión de preparar convenientemente a la sucesora.

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SEGUNDO EPISODIO
Aposentos reales

Se levanta el telón. Varias cunas están dispuestas en la cámara real. Todas ellas protegidas por unos mosquiteros cónicos que las cubren desde el techo.

EL ESPÍRITU DEL REINO
Las herederas de la Corona duermen plácidamente. Esperan una oportunidad para ascender al trono.
Muchas son las aspirantes, pero solo una puede reinar.
Aquella que ya esté preparada deberá actuar con premura y precisión si ha de alzarse con el poder.


Nace una Reina
En una de las cunas se encuentra agazapada la Princesa, casi en posición fetal. Como despertando de un sueño, se incorpora y sale de su cuna. Viste un manto blanco.

PRINCESA
Como la flor
me abro suave hacia el amanecer,
germina una vez más
una nueva vida.

Un trono está
esperando a su real majestad,
acepto esta misión,
mi sino es reinar.

La Princesa camina hacia otra cuna y se mete entre la tela mosquitera. Allí se arrodilla ante su hermano y le canta.

PRINCESA
Duermen en paz,
mis hermanas tranquilas están,
¡es esencial
llegar hasta el final!

Alzando en brazos a su hermanita la arrulla con ternura y amor fraterno mientras suena la nana.

PRINCESA
Amargo es
aceptar las reglas del deber,
me duele sacrificar
a quien quiero más.

Con el bebé en brazos, la Princesa camina hacia el público.

PRINCESA
Dentro de mí
mis instintos quieren despertar,
¡es esencial
llegar hasta el final!

¿Seré capaz?
Esta duda me ronda al actuar.
Alea jacta est,
la suerte caerá.

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TERCER EPISODIO
El Fratricidio

La Princesa se gira y da la espalda al público. Atada a la cintura se descubre que tiene una daga. Lentamente regresa a la cuna de la hermana que lleva en brazos. Coge la daga y con un movimiento brusco raja al bebé.

La Princesa deja el cadáver en la cuna y apesadumbrada sale de detrás del mosquitero.
Su vestido blanco, antes inmaculado, lleva la mancha roja del fratricidio. Cae al suelo, suelta el puñal y llora.

EL ESPÍRITU DEL REINO
Es crudo, pero vivir, reinar, implica muerte.
Un gran sacrificio es necesario en pos del bien común.
Matar o morir.
No hay elección.
Siempre ha sido así.

Súbitamente la Princesa se incorpora. Se quita la túnica bajo la cual reluce su nuevo vestido de Reina. Levanta la daga del suelo y con determinación enfila hacia otra cuna, puñal en mano.
Las luces se apagan bruscamente.

Baja el telón.

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CUARTO EPISODIO
La vida en el palacio

Sube el telón. Recostada sobre un diván, la Princesa, ya coronada Reina, se abanica y come algunas uvas del plato de frutas que tiene en su regazo, sin nada mejor en lo que ocupar su tiempo.

EL ESPÍRITU DEL REINO
La nueva reina goza de todas las facilidades y atenciones.
Atada a su destino, para ella no hay ni habrá jamás preocupación alguna.
Su privilegiada vida es un eterno mar de calma.

REINA
Pocas alegrías
caben sobre el trono.
Que nada me falta,
eso es cosa cierta,
pero no lo es todo.

Para la Corona
larga es la existencia
aunque sin embargo
poco puedo hacer
siendo quien gobierna.

Las horas transcurren
en eterna espera
y yo me pregunto
si este privilegio
me vale la pena...

... si en lugar del Reino
yo hubiera tenido
la oportunidad
de una decisión,
de elegir destino.

Visiblemente alterada, ansiosa, la Reina camina de un lado a otro del escenario como un reo en su prisión, pensativa y meditabunda.
De pronto se detiene y se gira hacia el ventanal.

Tras el breve período de reflexión, la Reina parece calmarse y empieza a tararear.

REINA
Sé que alguna vez
de este largo encierro
me veré librada,
que me colmará
un amor intenso.

De lo alto baja un vestido blanco, un vestido que bien podría ser de boda, como si de un ángel se tratara. La Reina canta emocionada porque por fin ha llegado el día en que asistirá a su primer encuentro con el sol, con el cielo, con la libertad.

REINA
Por fin ha llegado
la cita esperada.
El sol podré ver
y una fiesta en mi honor
va a ser celebrada.

Llena de ilusión, la Reina se mece levemente agarrada a su vestido, como si se dejara llevar en un baile.

 REINA
Tal vez el amor
o alguna amistad
por mí afuera aguarde.
Hoy creo saber
qué es la libertad.

La Reina emocionada agarra su vestido de bodas y sale corriendo de la escena.
Baja el telón.
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QUINTO EPISODIO
En la inabarcable pradera…

Sube el telón.

EL ESPÍRITU DEL REINO
Hoy es el gran día, pues hoy se celebra el danzón nupcial. La Reina debe salir a relacionarse con los barones de la Corte para garantizar así la continuidad de su reinado.
Por cierto, será la primera vez que la Reina vea el sol.


Galanterío y romance - Presentación de los barones
Los músicos, devenidos en los barones de la aristocracia, solos sobre el escenario, interpretan la música para conquistar el corazón y el favor de la Reina. Ésta apenas se deja ver a un costado de la escena. Lleva puesto el vestido del cuadro anterior.
Sobre el final de la interpretación musical, la Reina entra caminando lenta y sensual, como si modelara, pero sin abandonar su postura real. Es una Reina joven que empieza a experimentar el poder de la sensualidad y así evalúa a cada uno de sus pretendientes, con quienes empieza el coqueteo.
Al finalizar su ejecución, los músicos se ponen de pie y hacen una reverencia a la Reina. Las luces bajan, favoreciendo una atmósfera intima, y la Reina mira al Director y la da una señal para que empiece el danzón.

Danzón nupcial, baile mortal
Obedeciendo las órdenes de la Reina, el Director da inicio al danzón.

Los instrumentistas representan a los pretendientes. La Reina baila alrededor de cada músico, dando protagonismo al instrumento al que en cada caso se aproxima, y silenciándolos uno a uno con una caricia de su mano hasta que queda sólo el clarinetista.
La Reina se sitúa detrás del músico posando sus manos sobre los hombros de éste. Cuando el clarinetista finaliza su interpretación la Reina se deja caer sobre él en un abrazo alrededor del cuello.
Todo queda en silencio. Caen las luces y el telón.
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SEXTO EPISODIO
Ocaso y añoranza.
La Reina entra en escena desde un lateral y se dirige hacia su trono contemplando la enorme pradera a través del ventanal. En su cansado caminar se nota el paso de los años.

EL ESPÍRITU DEL REINO
Los años han pasado. Esta vieja Reina, como todas sus predecesoras, como todas las que le seguirán, ha sabido cumplir bien con la misión para la que estaba predestinada.
Su vida ha estado consagrada al trono, confinada en el Reino, anteponiendo siempre el interés común por encima de cualquier pretensión personal.
Nunca le ha faltado nada, sólo quizás el dominio de su propia existencia, pero a cambio ha disfrutado de privilegios que nadie más puede tener.
Ha tenido la vida que arrebató a sus hermanas.
Era su destino, y nadie puede luchar contra su destino.


Muerte y libertad (El Lamento de Apoidea)

La Reina, de pie junto al trono, no deja de contemplar el prado a través del ventanal.

REINA
Brilla en mi recuerdo
clara luz del sol,
breve cuanto inolvidable fulgor.

La vida de Reina
triste y larga es,
es como una cruel condena de miel.

Es mi destino, lo tuve en mis manos,
¡el precio pagado es la libertad!

Cerca de la muerte
al reflexionar,
mucho tiempo y poca vida,
una vela no encendida,
Reina de la oscuridad yo soy.

Es mi destino, maté por lograrlo,
¡el precio a pagar fue mi libertad!

Hijas y herederas,
me pregunto yo:
quien de ustedes me suceda,
¿sabe bien lo que le espera?
Antes de que sea muy tarde,
¡cambie! ¡elija la vida!
¡viva!, ¡vuele!, ¡alto!, ¡libre!,
¡Llénese de luz!

Extenuada, abatida, la Reina se deja caer sobre el trono y allí se queda inmóvil.
Al fondo del escenario se ilumina una solitaria cuna que hasta ahora había pasado desapercibida. La Reina se vuelve y se dirige hacia allí.

EL ESPÍRITU DEL REINO
Un ciclo se cierra.
La Reina ha muerto, pero alguna de sus herederas la sucederá en el trono y el Reino seguirá funcionando, y funcionará con la misma perfección de siempre.

La Reina se inclina sobre la cuna y alza en brazos al bebé, a quien acuna y le tararea la nana.

Al acabar la música, con ternura, vuelve a dejar al crío en su cuna.

Caen las luces y baja el telón.